Rompeolas en la Playa de Els Terrers. Benicasim. Castellón
Se acabó el mes de agosto, “el gran domingo”, que en
esta ocasión lo he pasado al completo de vacaciones, y fuera de casa. Cinco semanas
de relajo, de solaz y como dice la gente, para “desconectar”. Así lo hicimos
con la televisión, apagada treinta días, aunque no los teléfonos y el ordenador.
Algo complicado en esta era digital.
Mi desconexión sí que fue de muchas otras cosas, que
me llevé a la playa y afortunadamente pude dejar de lado hasta la vuelta. Me ayudó
a ello encontrarme en otro lugar, rodearme de otras personas y poder hacer
cosas que me gustan.
Tenía además otros planes. Aprovechar el tiempo libre
para cerrar asuntos pendientes, redactar trabajos para el doctorado, planificar
este curso siguiente. Tendría que visitar la biblioteca del pueblo
frecuentemente, un lugar por cierto bastante agradable, y también bastante
repleto de estudiantes en estas fechas. Tendría en otro caso que emplear horas
extra de sueño o de siesta para cumplir con mis planes de eficacia del tiempo
de ocio, totalmente opuesto a esa idea de no hacer nada, de no planear ni una
sola cosa, que mi hiperactividad rechaza.
Pero llegó un momento, quizá llamado por mi cansancio,
o bien cuando me sumergía en el agua templada del Mediterráneo, en que me di
cuenta de que el aburrirse, en no hacer nada, es en realidad una actividad en
sí misma, con un gran valor. Recuerdo haber escuchado en la radio a quien
lamentaba esa obsesión que tenemos los padres de esta generación por mantener
ocupados a nuestros hijos en todo momento. Evitar que se aburran. Cuando precisamente
eso es algo beneficioso, incluso que favorecía su capacidad creativa. Aburrirse
está mal visto, es algo denostado, pero ahora yo, que no paro de siete de la mañana
a nueve de la noche, me hace valorar ese privilegio de los niños que tienen al
poder hacerlo.
Eso mismo me hizo recordar una escena de una película
de Paul Verhoeven, “Desafío total”, en la que Quaid, el protagonista, acude a
un centro en el que implantan recuerdos artificiales. El responsable del centro
le hace una pregunta ¿Qué es lo que siempre se repite en todas sus vacaciones? Quaid
le responde: “me temo que me rindo”, y el responsable le dice “Es usted. Le
propongo tomarse unas vacaciones de usted.”.
Yo decidí hacerlo en ese momento. Tomarme unas
vacaciones de mí, de esos planes, agendas repletas de proyectos privados,
ilusiones y sueños, quimeras tal vez, que me llenan la cabeza. Emprendí un
nuevo proyecto, aburrirme, en el mejor sentido de la palabra, con la lucidez de
que esa palabra, tan denostada, puede ser sinónimo de relax y de recuperación emocional.
Y así lo hice. Le di a las vacaciones el significado
que tienen, no hacer nada, no planear absolutamente nada. Para disfrutar de mi
familia. Piluka y Carmencita.
Aburrirse. Meditación en estado puro. Vacaciones de
uno mismo.
|
Bonita foto. Bueno, este año has tenido unas auténticas vacaciones. Y ahora, a disfrutar de la vida en comunidad. Citando a Whitman, «de las ciudades llenas de necios». Bienvenido.
ResponderEliminarGracias. Las cosas que puede hacer un iPhone. Ya ves. Ahora no hay excusa para capturar imágenes como ésta. He vuelto y como me imaginaba, he tenido un aterrizaje duro.
EliminarMe lo imagino. En "El Infierno" de Dante, los pecadores maleducados son obligados a vivir en un piso con vecinos españoles.
EliminarNo es la apariencia, es la esencia.
ResponderEliminarNo es el dinero, es la educación.
No es la ropa, es la clase. "Coco Chanel"
Aprender a ver mas allá de lo que tenemos delante que nos impide ver la realidad, tomar aire y descubrir cosas maravillosas que pasan a nuestro alrededor y que nos perdemos por no parar y mirar.... pescar cangrejos, volar cometas, perder la tarde en el mar, ver a tú hija y tu marido riendo, ir al cine, pasear junto al mar, leer sin parar... Lo mejor de esta vida es gratis.
Ha sido un verano Genial.
à demain, Mouette, crabe...
Si, ha estado bien. Relax total, y disfrutando de mis seres queridos.
EliminarEl dedo en la llaga, con gran tino puesto habéis.
ResponderEliminar