LA INTELIGENCIA Y LA MALDAD



He leído casi todas las novelas de Arturo Pérez-Reverte, por lo que puedo decir que es uno de mis autores favoritos. De todas ellas, la que más me gustó fue "La piel del Tambor", antes de que publicase "El pintor de Batallas". Se trata de una narración breve, fantástica novela, cruenta y dura, que aglutina las experiencias del que fue reportero de guerra. Es un libro que fundamentalmente trata de los remordimientos de un fotógrafo de guerra, de todo lo que vio y su deseo de plasmarlo no en una fotografía, sino en un enorme mural pintado. Un muran circular que afirma la gran verdad, que todo es un ciclo, que la guerra, la muerte y la destrucción no se van sino que se alejan para volver inexorablemente. Su obsesión de pintar ese mural se enfrenta con una víctima de sus fotografías, una fotografía premiada que provoca que el modelo de esa fotografía, un soldado de la antigua Yugoslavia, sufra una tragedia personal .


Cuando terminé la novela, pensé poco después en que podía ser perfectamente una obra de teatro. Un único escenario, un duelo a dos personajes, podría hacerse. Y así ha sido. Yo no quiero tardar mucho, y al resto os recomiendo que la veáis.
Aun no la he visto, pero en la novela el personaje del ex soldado hace una reflexión interesante: que los humanos somos malvados porque somos seres inteligentes.
La crueldad y la maldad está vinculada a la inteligencia. Luego recuerdo hace tiempo a Jose Antonio Marina quien escribió el primer tratado sobre la estupidez, un libro titulado "la inteligencia fracasada", en la que menciona cómo quienes siendo mentes brillantes acaban arruinando su vida. Esa es para mi mi réplica al personaje de la novela y de la obra de teatro. Los seres inteligentes practican el mal como un fracaso de ella misma. De no saber utilizarla o precisamente no practicarla.


El propio Marina hablo en una entrevista que Nelson Mandela era un hombre extremadamente bueno y muy inteligente. Un ejemplo que rebate la tesis de este personaje. Para mi, coincido con el profesor de filosofía Marina. Cuando un jefe es inteligente sabe llevar los temas, resuelve los conflictos con brillantez y logrando que todo salga bien, en oposición a la práctica del mal, que es el camino fácil que ejecutan todos los jefes y políticos mediocres, quienes dirigen a través de inculcar el miedo y el castigo.
La inteligencia, o más bien su práctica por los que mandan, es un bien escaso.

Comentarios

  1. ¡Y tan escaso! No hay más que echar un vistazo a las brillantes mentes que nos gobiernan. Entrando en el tema del artículo, desde luego, yo no creo que la inteligencia esté unida a la maldad. Lo que sí creo, es que la inteligencia puesta al servicio de la maldad, multiplica su eficacia y sus efectos perversos. Cuando eres malvado y además tonto, tu capacidad para hacer el mal se queda muy mermada, eso es todo. Pero, si lo analizamos objetivamente, en realidad lo inteligente es, por así decirlo, lo contrario. La maldad, al menos cierto tipo de maldades, no es más que la puesta en práctica de un egoísmo extremo, a menudo impulsado por los propios miedos, inseguridades y complejos del individuo. Por supuesto, su práctica puede beneficiar al malvado, pero es la colaboración entre individuos lo que arroja los mejores resultados. En eso consiste la Civilización. Y, desde luego, es un punto de vista superior. Mucho más inteligente. Ya me contarás qué te pareció la versión teatral.

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    1. Efectivamente la inteligencia sirve en incontables ocasiones al servicio del mal. También es cierto que muchos grandes hombres, dotados de una inteligencia sobresaliente, son esencialmente buenos. No necesitan practicar el mal para valerse de sus propósitos.

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