De libros, ferias y autores

El tiempo pasa rápido, cada vez más cuando más años acumulamos, o esa es al menos mi sensación. Los días, las semanas, los meses discurren a toda velocidad, casi sin darnos cuenta. En mi opinión, esto es causa de la rutina. Si todo es igual, si no vivimos nada especial a lo largo de nuestra jornada respecto a la anterior o a la siguiente, o tenemos programada la semana de igual modo que la que la precedió y seguramente será así en la que vaya a empezar, nuestra sensación será de que las tres (la pasada, la presente y la futura) son como una sola.

Al menos así me parece a mí, repito. No hace mucho desde esta sensación, que vestíamos abrigo y (lo poco que ocurrió) nos guarecíamos de la lluvia con paraguas. Lo pienso y me parece que fue ayer cuando comencé el curso de doctorado, cuando mi hija casaba las letras y cuando aún podía visitar la casa donde crecí.

El tiempo pasa, a pesar de nuestros deseos y de nuestros sueños. A veces pone las cosas en su sitio, o al menos ese es mi consuelo. Y como digo, todo sucede muy rápido y sin darme cuenta, ya estamos en la primavera, con el buen tiempo, las largas tardes y también las gramíneas. Como sufridor que soy de la primavera estornudando repetidamente cada día al levantarme de la cama, no es que me alegre mucho su llegada, aunque muchos podrían reprochármelo, por todo lo bueno que tiene.

Es verdad, lo reconozco, tiene cosas buenas, y me resigno sufriendo, no en silencio, la rutina anual a la que me somete la madre naturaleza. es verdad que este tiempo anima el espíritu,  el sol que le cuesta ocultarse nos vuelve más optimistas y eso nos permite pasar más tiempo al aire libre, en la calle o en los parques.

Ya estamos en primavera, en la calle o en los parques. Y como una de las mejores rutinas del año, vino la feria del libro. Como digo, aun me parece que fue cosa de poco tiempo cuando estuve en la feria anterior. Viva esta rutina, por cierto.

Y afortunadamente, desde hace no mucho, vengo repitiendo una nueva costumbre en la feria. Y es la de encontrarme con libros firmados por autores que conozco. Y no me refiero a algún famoso o a un presentador que ha escrito una novela, sino de amigos que han publicado un libro. No gracias a su imagen o su efecto mediático, sino por su talento, su esfuerzo e ilusión.

Me refiero a amigos escritores, a Lola Vega, a Paco Gomez Escribano y a Carlos Olalla Linares. Se trata de amigos que han puesto su empeño y su tiempo en ver publicadas sus obras. No ocuparán los puestos de más vendidos, pero para mí copan el primer puesto de mi admiración.

Si alguno de ellos tiene la suerte, o el reconocimiento de poder firmar en una caseta,  me acerco a la feria a que me firmen su libro.

Ya lo hice hace un par de años con Lola Vega Y su "muerte de un bróker".  Este año lo he hecho con "Manguis" de Paco Gómez Escribano. Un saludo, un apretón de manos y una gran dedicatoria, que me gusta especialmente porque no es un compromiso comercial, de alguien que no te conoce, sino que viene de una persona que te aprecia.

Me gusta como digo la feria. Me gusta ir a visitar a mis amigos escritores, a verles en su salsa.










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