DE CÓMO LOS PÍCAROS SOBREVIVIERON A LOS EMBATES DEL TIEMPO

De la avalancha de noticias que escuchamos repetidamente de la prensa escrita, la prensa digital, la radio y la televisión, los "medios",  he podido aislar, más o menos, dos tipos diferentes. Por un lado, la especie de sainete político-festivo del que Berlanga bien podría haber escrito un guión, en el que la clase política está cambiando de un modo radical y a veces esperpéntico. Por otra, la de los escándalos financieros, protagonizadas por muchos políticos y alguna gente guapa, de alto linaje incluso, de los que se esperaba de unos nos hicieran despegar hacia el progreso y la modernidad y de otros que nos sirvieran de ejemplo.

Pero desgraciadamente, el ejemplo del que sirven es para ilustrar, si cabe, la afirmación de que todos somos iguales, ante la avaricia y la falta de ética y de principios, justificada no abiertamente en una sociedad que los ha olvidado y se guía por el éxito y la competitividad, que determina sus acciones.

Berlanga, digo. qué gran retratista de la idiosincrasia española. Cómo habría disfrutado con esto, y nosotros viendo alguna película sobre el tema. 

"No hay alcurnias ni casta, solo nos gobierna la pasta", podría bien decir un personaje de alguna de estas películas. O quizá de alguna novela que retratase la realidad social de España.

Sobre esto vuelvo a una reflexión que desde hace tiempo me planteé y cada vez, con este panorama de la sociedad, me reafirmo. Y es el papel de la literatura. Lo que la novela sirve para mostrarnos lo que somos. Estoy convencido de que cualquier obra artística y literaria podría servir para mostrar una realidad social, aunque es el caso de la novela policial, o inexactamente llamada "negra" es el vehículo más empleado para esto. Si a alguien pudiera pensar que una novela de ciencia-ficción, podría servir a este propósito, a lo mejor se reiría. Sin embargo, ahí tenemos "1984", o "un mundo feliz", o incluso "Dune", una gran metáfora sobre oriente medio y el petróleo, la "especia" que permite navegar. Y ya puestos, "La guerra de los mundos", reconocido por el propio autor como una critica al colonialismo de Europa.

Es solamente un caso para ilustrar lo que digo. podríamos hablar de la novela de aventuras o incluso de alguna novela romántica, que mostrase los prejuicios sociales o la hipocresía de una sociedad que no aceptase amarse a dos personas. Sin embargo, como digo, parece que es la novela negra la que enarbola la denuncia social, defendida sobre todo por los intelectuales de izquierda.

En España tenemos muchos y muy buenos autores del género negro, que ya desde hace unos años se ha convertido en un fenómeno mediático. Sus seguidores tienen a Chandler y a Hammett como los "clásicos", algo que desde su perspectiva se justifica, pero desde la de tantos siglos de buena literatura Española me da por reírme, o incluso, por llorar.

Para mí los clásicos son otros. Los que en su día retrataron, con pluma certera y estilo impecable las miserias de una sociedad, por medio de historias que protagonizaban unos tipos listos, empleando su inteligencia no para inventar y mejorar a su país, sino para engañar al más ingenuo y sacar tajada propia.

Es así como, habiendo pasado varios siglos, veo a esta sociedad. Los pícaros ya no visten ropas raídas, ni pisan patios de monipodio. Ahora copan las portadas de las revistas del corazón, de los programas de sociedad y las páginas salmón. De aquel ejemplo de financiero de los ochenta hecho a si mismo, un atracador de bancos desde dentro finalmente. De los alcaldes y presidentes de comunidades, que invierten su esfuerzo en tramas financieras y desvío de fondos.

Hace tiempo le hice a un gran autor de novela policial ("negra") a través de la red, si pensaba que realmente, la novela picaresca es la que mejor retrata la sociedad española actual. No me lo confirmó , pero tampoco me lo negó. En mi opinión, si alguna vez me animo a retomar la tecla, y quisiera hacer un retrato social, no tendría duda en rescatar del polvo de las bibliotecas a Lazarillo o a Monipodio, para mirar a los auténticos clásicos y desde este punto de vista retratar a los Pícaros del siglo XXI.

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