NANOWRIMO O LA EXPERIENCIA DEL NOVELISTA


Y tras esta ultima gamberrada literaria (el asesinato de la ficción) que he perpetrado a colación del festival de novela policial (que no negra) Getafe Negro, y reitero con todo mi respeto hacia los seguidores del género, me gustaría continuar con los festivales literarios.


En este caso no se trata de un certamen al uso, quiero decir, un acontecimiento ubicado en un lugar donde escuchar presentaciones de libros, coloquios y conferencias, proyecciones de películas.

Este festival es totalmente distinto en lo que acabo de describir. No hay que desplazarse a ningun sitio, solo donde se encuentre tu ordenador. Lo más importante de este festival, el NanoWrimo es que es uno mismo el que participa. Es un festival en el que uno disfruta activamente escribiendo. Os lo recomiendo vivamente. No se trata de ganar un premio ni tampoco notoriedad. Es algo para disfrutar del gozo de escribir sin más (que no es poco.) noviembre es el mes del NanoWrimo. A por él.

Y si no fuera por mis compromisos académicos y laborales me empeñaría en dedicar este noviembre a la escritura de una novela. Sería mi cuarta convocatoria, cuarta novela y cuarto triúnfo, no en el mundo literario sino personal. No me faltan ideas, solo tiempo disponible cmo digo para empeñarme a fondo en esas 2.500 palabras por día. Todo un reto.

Y es que esta experiencia de ser un novelista, al menos durante un mes, no sólo es enriquecedora en sí misma.

Escribir una novela es una aventura que pasa por varias etapas. Uno se siente, nada más recibir la chispa de la idea que es el germen de la historia, como un explorador que divisa una cima a lo lejos o un lugar lejano. El paso siguiente es explorar, buscar entre la maleza y acercarse, la búsqueda de datos, fechas, y de información, lo que los anglosajones llaman research y nosotros documentarse. Es el mapa que te conduce, una vez que has trazado tu camino, tu trama, hacia ese destino final que supone la culminación de tu historia.

Lo digo. Aunque uno no se mueva de su casa, o no abandone su ciudad, cuando culminas (que no terminan, puesto que las novelas nunca se terminan en realdiad) esta aventura literaria que es escribir una novela se siente como una gran aventura. Y es realmente una experiencia que como digo, transforma al que la emprende.

Luego tras la euforia del éxito como novelista nos tienta otra aventura, quizá quimérica o imposible, de pretender hacer algo más con esa novela. Pero, como dijo Michael Ende, esa es otra historia.

Y puede que no salga a la luz nunca, que nadie más la lea o que sea confinada en un cajón de tu escritorio. Será mala o no merecedora de publicarse. Pero ahí está el logro. Lo que esta novela ha hecho por ti. Y eso es algo grande.

Esto que digo puede sonarle a alguien como un consuelo por mi falta de talento literario. Puede. Mi respuesta es que estoy tratando de otra tema, el de recorrer un camino, cruzar un mes oscuro como es el de noviembre alumbrado por las letras.

Quizás, y mal que les pese a los escritores profesionales (a algunos) los nuevos medios de comunicación, la posibilidad de publicarse a si mismo, va a significar tarde o temprano un cambio del paradigma de la literatura. Si el del periodismo ya ha sucedido, en el de la literatura el papel del escritor y de sus lectores ya no son tan claras. Habrá un amante de la literatura que no solo se atreva a devorar las historias de otros, sino a redactar y difundir las suyas, y no con el afán de vivir de ello, más bien de disfrutarlas. La comunicación de las historias ya no irá en una sola dirección, sino que dirigirá en ambas. El lector y el escritor se confundirán, y surgirá una nueva figura, la del “lescritor”.

Puede que me tachen de chiflado, o de idealista (a veces es lo mismo). El tiempo lo dirá.


P.S. Para el que se anime:  http://www.nanowrimo.org/about

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