SERIES DE ADOLESCENCIA

 
Ahora que todos los medios se hacen eco del final de “una de las mejores series de todos los tiempos” (me estoy refiriendo a Breaking Bad) me ha picado la tentación curiosa de averiguar si es tan buena como dicen, o por el contrario es un tostón tan infumable como The Wire. Sé que esta blasfemia me iba a costar cara, suponiendo que esta entrada la leyese aguien más que mis fieles lectores, pero ejerzo mi derecho a desmarcarme del resto de los grupos de opinión, señalar al Emperador desnudo, defender a Agatha Christie como gran novelista, y decir que lo que es tan bueno a mí no me lo parece.

Será una cuestión de principios o quizá de cierta inmadurez que reconozco. Me llaman “el eterno adolescente” y siento que adolezco de esa pasión por la malicia, por la sangre gratuita, por divertirme con el con el degüello de unos salvajes vikingos o el descuartizamiento a sus víctimas. Hasta los programas infantiles actuales me parecen un tanto bestias, con personajes que vomitan, se tiran pedos o hacen cortes de mangas.

Será que no he evolucionado, quizá que más que adolescente, me estoy volviendo viejo (un carca, sí) y no entiendo lo que gusta en estos días, y además me parece vomitivo y poco correcto para difundirlo a las masas de audiencia, pequeñas y mayores.

Bastante hastiado de tanta película mala, de tanta casquería vikinga y memez botellonera de Juego de Tronos. (¿Veis cómo me iba a costar caro?) Me he cansado de que también en la tele ganen los malos. ¿Será denuncia social? ¡Que cansinismo! ¿Será realismo? ¡Otra vez el periodismo disfrazado de ficción! y he rescatado del olvido (gracias por cierto a las nuevas tecnologías) series antiguas que me gustaron (si, en mi adolescencia) algo más como para desear rememorarlas.

Una de ellas es “La fuga de Colditz”. Trata, durante la IIGuerra Mundial, de las peripecias de un grupo de
prisioneros de guerra británicos, reincidentes en fugas y que son confinados en un Castillo en Alemania, convertido en prisión de máxima seguridad. Como podeis intuir, la serie trata de los diferentes intentos de escape de estos prisioneros. Sin embargo, y tras haberla visionado se nuevo, me han llamado la atención dos escenas que no tienen que ver con la aduacia de la fuga. Tampoco con lo que me marcó hace treinta años (eso demuestra que algo he cambiado). La primera de estas escenas es la conversación entre el comandante del campo, un marcial Prusiano, y el oficial británico de mayor graduación, responsable de todos los prisioneros. Ambos lucharon en la I Guerra Mundial, y participaron en la batalla de el Somme. En la escena es el mes de noviembre, y ambos recuerdan el día del armisticio. Reflexionan sobre el fin de esa guerra y de la seguridad que tenian entonces de que ese horror no se repetiría. La segunda escena uno de los prisioneros más respetados por sus compañeros acaba de escuchar en un aparato de radio clandestino la destrucción de Dresde. El soldado no se alegra de aquella acción, sino que se lamenta de que la RAF arrasara aquella bonita ciudad medieval.

“La fuga de Colditz” Es una serie muy muy antigua, del 72, que en España por causas extrañas (creo que por la censura) no se dinfundió hasta el 84. En ese mismo año, pudimos ver otra serie, más nueva, que aprovechaba el éxito en el cine de “En busca del Arca perdida”.

“Los cuentos del mono de oro” relata  las aventuras que a finales de los años 30 vive un experimentado piloto americano, Jake Cutter, excombatiente en China contra los Japoneses y en la Guerra Civil Española a favor de la República que vive en una isla del sur de pacifico, la imaginaria BoraGora, parte del protectorado Francés.

Cutter pilota con maestría su Grumman Wigdeon "Goose", lucha contra los nazis y contra tipos sin escrupulos, recupera ídolos, defiende a inocentes y protege también a otros que no lo son tanto.

Es una serie curiosa para la época, no solo por el ambiente que recrea (arropado como digo por el éxito de Indiana Jones) sino por los personajes femeninos. No son meras mujeres hermosas, sino que son “guerreras”. Son espías, reporteras, princesas contrabandistas que participan en primer plano de la acción. Ellas son también las que persiguen, pilotan aviones y también besan.

Sin embargo lo que mas me llama la atencion de la serie es su calidad humana que muestra los personajes son buenos amigos y nunca se traicionan, sobre todo Jale Cutter. Lo real sería que un aventurero como él, que se desenvuelve en ambientes sórdidos y entre gente de mala reputación, fuese un superviviente dispuesto nada más a favorecerse a si mismo a cualquier precio, como lo haría el resto. Sin embargo, defiende a sus amigos, se sacrifica por ellos (incluso a los que no se lo merecen) y ayuda también por sus oponentes si se encuentran en peligro. Es como un caballero andante con gorra y cazadora de cuero, un Quijote con su Sancho (el mecánico Corky) y su Dulcinea (Sarah) a la que amará y esta vez será correspondido.

Es como el héroe Cervantino, un tipo extraño, irreal sobre todo, pero por eso mismo se me antoja admirable, merecedor de que contemplemos su actitud, que no es real, pero si ejemplar, digna de acercarse lo más posible hacia ella.

Hay quienes hoy en día le tildarían de perdedor, sin un dólar en el bolsillo aunque a mí se me antoja un tipo que ha triunfado. No necesita gran cosa para disfrutar de la vida y está rodeado de amigos (no quiero añadir que tiene un gran éxito con las mujeres)

Esta semana he vuelto a disfrutar de “Los cuentos del mono de oro” a pesar de su simplona ingenuidad, su falta de rigor histórico, pero lo he hecho por que se  trataba de una serie cuya única pretensión era la de entretener. Supongo que es poca cosa para las exigencias de hoy en día, pero estoy convencido de que es lo que tiene que cumplir el cine y la televisión. Ahora cuenta el despelleje, el impacto y los realities. Pero yo lo que busco es evadirme. Por eso solo veo cosas simplonas, de humor y bastante idealistas. Pero me sirven. No me sirve disfrutar del mal.

Quizá toda esta aversión por el mal sea causada justamente porque es cierto, seré por siempre un adolescente y no he madurado y no entiendo en dónde está la diversión de contemplar el mal. Para verlo, ya me basta con las noticias. Yo prefiero refugiarme donde ganan los buenos. Soy un adolescente que sueña con ideales y se rebela contra un mundo que no le gusta.

 

Comentarios

  1. Yo ya no sé ni lo que soy. Mi única certidumbre es que ni "esto"—es decir, lo que se ve en estos tiempos— me interesa ni yo le intereso a "esto". Por lo demás, no puedo rebatir ni confirmar tus asertos, porque ni me he molestado en ver estas series: ni Breaking Bad ni Juego de Tronos ni Walking Dead ni nada de nada. La última serie que me pareció verdaderamente digna de mi tiempo y mi atención, fue Life, que en España pasó bastante desapercibida. Tampoco soy mucho de volver a ver mis series favoritas: en general, prefiero no caer en esa tentación y recordarlas tal y como fueron para mí. Como fue para mí Luz de Luna, a mis veintipocos…

    ResponderEliminar
  2. Bueno, y Big Bang… Será porque yo también soy un raro. O tempora, o mores.

    ResponderEliminar
  3. Se me olvidó mencionar que soy un seguidor de las "sitcom", como Frasier, Friends o Big Bang. Esta última es para mí lo mejor que hay ahora. Tambien coincido en la calidad de Life, que no tuvo la acogida que se merecia. Algo parecido sucedió con "Guante Blanco" una serie de TVE que no aguantó ni una temparada. De los ocho episodios, solo emitieron seis, y el resto lo colgaron en su web. Claro que no había "carnaza".

    Lo cierto es que me picó la curiosidad de ver de nuevo esta series, casi treinta años después. El resultado es apreciar el contraste en cómo se hacian las series entonces y lo que se espera ahora. Parace ser que el cine en E.E.U.U. eetá siendo dejado de lado en favor a las series. Se habrán dado cuenta de que tanto uno como lo otro lo ven en casa.

    ResponderEliminar
  4. Guante blanco fue un excelente intento, no completamente redondo, pero la dirección para alcanzar un producto de auténtica calidad… sin embargo, el público no lo supo apreciar. Fraisier era humor inteligente; me sorprendió que durase tanto en antena. Será que ya estaba pagado. Friends no me acabó de entusiasmar, la verdad. Pero sí, hay que dar emociones fuertes, supongo. Ya pasará, digo yo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario