LLEGÓ DICIEMBRE

Se terminó el mes de noviembre, especialmente largo este año por cómo ha sido. Ha arrasado con mitos de los 70, se ha llevado al penúltimo de los payasos de la tele, al compositor de Mocedades, al malo más malo de los culebrones... Y no hace sino incrementar este sabor amargo que este mes personalmente a mí ha dejado.  Hace unos dos años encontré un remedio para superarlo, ese certamen llamado NanoWrimo que para los que escriben novelas y tienen la suerte de vivir de eso les deberá producir una mezcla de estupor y desprecio, pero que para los que desean disfrutar del arte de contar historias, sin importar la trama, así afirma Chris Bathy, el creador del NanoWrimo, supone una experiencia enriquecedora. Juan Madrid nos contó, en aquel seminario sobre novela en la Besteiro, justo unos meses antes de mi primer NanoWrimo, que quizá escrbiendo no fuesemos famosos, ni siquiera conseguiríamos ganar algo de dinero, pero seguro que nos volvería mejores personas. Fue como cuento en el ya algo distante 2010, y en ese mismo año pude constatar, en el mes de diciembre, lo cierto que era su consejo.

Ahora mi intención, o mi respuesta sobre esa inquietud personal acerca de la escritura es distinta. Ya no siento pudor alguno cuando digo que he escrito una novela. Ya voy por la tercera. Tampoco me importa mucho que me la publiquen. Lo que he disfrutado con escribirlas me queda para mí. No anhelo fortuna ni gloria, solo eso, se mejor de lo que era cuando sentía miedo de redactar lo que me ronda por la cabeza, en esos ratos libres, de paseo, cuando la mente está libre de preocupaciones y puede volar libre.

Es mi tercer NanoWrimo. La experiencia además es de haber conocido a más frikis de la literatura como yo. No soy un loco solitario, aislado nada más. La red, más que atraparme, me ha tendido un puente para saber que no estoy solo, que escribir cincuenta mil palabras con un planteamiento, nudo y desenlace es posible.

Este año he probado con un género nuevo. buscaba algo más asqquible, no tengo muco tiempo libre para dedicarlo a la documentación. buscque documentarme en mis recuerdos, y así me puse a fabular, para dar forma a una historia, basada en mis experiencias, pero inventada. Creo que esto se llama ficción autobiográfica. Un ejemplo de este género es "lo peor de todo" de Ray Loriga.

Y tras este momento de gloria personal, cuyo premio auténtico supone imprimir todo este texto, escrito al vuelapluma, repasarlo y si procede, que seguro que sí, darle la vuelta para otra versión, llega diciembre. Mes de descanso. del turrón y los encuentros. Momento de reunirse y de estar alegres al verse unos y otros. Para mí, eso es como las oscuras golondrinas...pero como el mes de noviembre, he aprendido a vivir con ello.


Comentarios

  1. No sé si la escritura te hace mejor persona, pero me parece que a nosotros no nos sirve: a ti porque ya eres una buena persona y a mí porque ya no tengo remedio.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el cumplido, Carlos, pero en lo que a mí me toca, me ha ayudado bastante a superar baches, y a contemplar el mundo con algo más de madurez. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario