OJEANDO LA FERIA

Hace un tiempo escribí que no me perdería el segundo gran evento sobre los libros que se celebraba en Madrid. Aún no he cumplido tal promesa, debido a mi escaso tiempo y tanto que pretendo, entre otras cosas escribir en este blog. Hay asuntos que quiero y otros que debo hacer, y este final de mayo se ha convertido en una especie de embudo por donde que quiero hacer pasar todo  por un espacio cada vez más reducido hasta alcanzar un "diámetro crítico" que al fin será quien decida lo que lo atraviese a tiempo y lo que no se quedará allí, en el pasado o en lo que quizás vuelva a intentarse. Hay planes que se pueden posponer para más adelante y otros que no, como la feria. Veinte días, no más,  tres fines de semana con sus laborables en medio, días de entre semana para justificar una tarde de primavera con libros, al abrigo del maravilloso Retiro, qué lugar, que tanto me acompañó durante mis ratos solitarios de ocio desde muy joven hasta ahora. Ese  oasis urbano, refugio abierto para recuperar la cordura, la paz de uno mismo, no podía ser otro que el que hospedaje a  cientos de miles de volúmenes que aguardan a  que los ojeen, los lean quizá un poco y si son de esos a quienes les gusta, pedir que se los dediquen. 

Aunque algunas veces lo he hecho, no soy muy dado a eso. Puede que por un poco de timidez y por bastante impaciencia, pero no quiero esperar.  Hay quienes aguardan una larga cola a que su autor favorito les firme su libro. Autor o famoso. La feria es también un escaparate, un lugar donde los dioses del barro mediático descienden hacia nuestro mundo y podemos percibirlos como son, despojados de su personaje, reales y tan humanos, con deseo de contar.  Muchos famosos se animan a escribir algo y además logran publicarlo y aparecen sentados en una caseta, rubricando con afecto a nombres que les susurran, quienes por un breve instante representan una brevísima amistad que se registra para siempre sobre una página. Esa hoja dedicada que a veces releo y me hace recordar la escena, ese pretendido momento en que pude conversar, como si de un amigo de toda la vida fuese, un gran escritor.

Me pregunto si volveré a animarme como hace unos años,  a vencer esa timidez y armarme de paciencia. Lo que sí es seguro es que repetiré esa costumbre mía de disfrutar de la feria tal y como de un mismo libro se tratara. Antes de sumergirme entre sus páginas, pasearse rápidamente como a vista de pájaro, ojeando por  el principio y luego desde el final hacia el índice, mirar las páginas centrales. Aún no sé a ciencia cierta lo que voy a encontrar después de ojear la feria del libro, "la feria", pero ya he escuchado que alguien aprovecha este momento para recomendar algún buen libro. Pues allá va: Si aún no lo teneís, y sois de los que creen que hay algo más allá de la novela negra, comprad "Planck, la fuerza del deber", de ediciones Nívola. 



Comentarios

  1. Me gusta esa distinción: "autor o famoso" y todo lo que se puede tirar de esta pequeña y, a primera vista, inocente frasecita. No he ido por allí aún y eso que este año es Italia el país invitado (a lo mejor podría hablar con algún autor italiano en su propia lengua). Y no puedo terminar mi comentario sin agradecerte la recomendación de mi pequeña biografía de Max Planck.

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  2. No hay de qué. Es un gran libro, injustamente mutilado, pero que necesita que se promocione. Por cierto, alguien al fin ha entrado en mi lista de libros de "el placer de descubrir". Allí está, el tercero. A ver si alguien me hace caso y suben las ventas. Cualquier día te veo firmando.

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