SHERLOCK HOLMES CONTRA JACK EL DESTRIPADOR

No hay duda. Sherlock Holmes es un personaje que ha transencido a su autor y a las propias historias que Conan  Doyle escribió.  Ya es un personaje que forma parte de la cultura universal, mas allá del mundo policial o de las novelas de misterio. Es el paradigma de la inteligencia aplicada a la resolución de casos extraños, "la ciencia de la deducción" de la que siempre hace gala. Sherlock atraviesa barreras en el tiempo. Es inmortal. Vive de hecho en nuestra época, manejando Blackberry e internet, aunque en este caso es más políticamente correcto y no se droga sino que usa parches de nicotina. 



Al mismo tiempo, Sherlock se transfigura y regresa a su tiempo original aunque habiendo aprendido del presente. Es una especie de manga-acróbata un tanto transgresor, acompañado por su siempre fiel Watson. No creía que Guy Ritchie tuviera éxito con la primera película. Ahora ha estrenado otra nueva entrega. Y es que Sherlock es una apuesta segura. Es un personaje que aguanta perfectamente obras buenas y malas.

Podemos ver a Sherlock renovado y moderno, adaptado al siglo XXI o regresando así de nuevo al XIX en el cine y en la televisión. Su formato original reposa aún en los libros, pues aunque no tardarán en hacerlo si alguien pretende aprovechar el tirón, de sacar novelas nuevas. Supongo que la literatura negra y policial es territorio de detectives con menos lustre y más adaptados al mundo marginal en que se mueven. Solo he encontrado una obra curiosa sobre Holmes, un libro de no-ficción, en el que aprovecha el personaje para contar la ciencia forense de la época, tal y como lo hubiera hecho el bueno de Sherlock. El libro se titula "La ciencia de Sherlock Holmes", es de editorial Planeta y os lo recomiendo vivamente.

Holmes no es el único que ocupa la atención de los autores modernos. Hace un par de años leí un curioso título "Conan Doyle detective", en el que revela que el médico escritor colaboraba en casos reales. Uno de éstos fue el de la defensa de un abogado inmigrante, George Edalji, acusado de forma injusta y a la que la opinión pública ya había juzgado y condenado. El esfuerzo de Doyle logró salvarle.







Otra historia del libro trata de una "sociedad del crimen", un grupo de notables que solían reunirse para
resolver casos difíciles. Sí. Es auténtico, o al menos eso relata Peter Costello en su obra. Imaginemos aquella época, en el auge Victoriano, en un lujoso salón, en el que acuden personas destacadas de la vida londinense. Por último, Doyle y un miembro de la familia real inglesa.

Había casos que podrían resolver, gracias a su interés y a los medios que esta gente poderosa dispondría. Aunque hubo uno que se les resistió. Tanto que lo ha hecho al paso del tiempo. Los misteriosos asesinatos de prostitutas en el barrio de Whitechapel, nada menos que el caso de "Jack el destripador".

Y es que a pesar de que Doyle y el resto de la sociedad no pudieron arrojar luz sobre el turbio asunto, caso que aquel miembro de la familia real se encargó personalmente de dar carpetazo, Tuvo que ser su personaje quien se encargara de hacerlo. Recuerden los aficionados a la novela negra. Ficción para contar la realidad. Una historia inventada para relatar otra auténtica.

Ahí lo tienen. Fue el sábado pasado, durante una tertulia entre amigos, cuando salió este título antiguo. Una película de hace más de treinta años. Algo olvidada, injustamente. No es "El padrino", pero merece la pena, sobre todo por quienes tengan interés por saber qué sucedió con Jack el destripador, y sepan escuchar al mejor detective de la historia.

Comentarios

  1. Interesante entrada, Alfonso. La verdad es que son personajes fascinantes y, aunque en los tiempos que corren no es adecuado presentar a un Holmes cocainómano, es justamente su adicción lo que lo convierte en un personaje más interesante y humano: un hombre atormentado por un infierno personal, oculto a los ojos del mundo, que lo ve como un gigante intelectual irritantemente superior. Todo un estudio psicológico de la naturaleza humana. En cuanto a Jack el Destripador, pese a lo sórdido del caso, siempre ha ejercido la fascinación de ser el primer psicópata mediático: una anticipación de lo que nos esperaba en el siglo XX; a los que vivimos en aquel siglo, claro.

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