LLEGÓ 2012

Ya está aquí 2012. El año del fin del mundo maya. El año de los pronósticos económicos no tan apocalíticos pero no menos preocupantes. Cuando los políticos se han cansado de engañar, quizás porque ya no saben cómo, y auguran un año duro, medidas extraordinarias, apretarse al cinturón, los que somos optimistas por naturaleza nos negamos a aceptarlo por instinto.  Y no es que sea insensatez, o una actitud inmadura. Puede que a los que nos toca aguantar todo esto, soportar la carga fiscal, el embate del euro con subidas de precios sin mucho aumento de sueldo no nos quede otro consuelo. Pensar que no son más que alarmistas, y al igual que el calendario maya, simplemente se trate de un ciclo que termina y no pasa nada más grave. Solo me queda eso, taparme los ojos e imaginar a medio plazo. Soñar más de la cuenta y escuchar a los que nos gobiernan que se apuntan al carro y renuncian a alguna de sus pensiones vitalicias o que les meten mano a las famosas sociedades (me disculpo por mi ignorancia en economía) que por obra y gracia de no se qué permiten a las mayores fortunas de España gravar sólo un uno por ciento en lugar del treinta y cinco que sí les obligan a las PYMEs y otros negocios que a duran penas aguantan.

Pero repito, solo es un sueño. Igual que la famosa acampada de los indignados, soñaban con cambiar las cosas, mejorar nuestra democracia y que los gobernantes reaccionaran. Ya sólo es un recuerdo del 2011. Algo ha quedado, han impedido que muchas familias tengan que dormir en la calle y que los bancos a quienes todos hemos salvado no sean compasivos con los que les deben dinero. Quizás algo haya quedado en la conciencia de los políticos y decidan en este año escucharlos. Sería un buen regalo de reyes para todos.  

Y así estamos, a tres de enero y viendo cómo nos dirigimos al abismo. Y como habrá tiempo de sobra para hablar de todo esto, y gente mucho más preparada que yo para hacerlo, dejo este tema y retomo lo habitual por estas fechas. Me olvido de los mayas, de la bestia negra del modelo capitalista consumista y el euro, y sobre todo de la olimipiada, que ya sé que lo único que nos queda de orgullo a los españoles es el deporte. Pero, debo reconocerlo, tampoco entiendo de eso.

Empiezo. Como no debía ser de otro modo, he arrancado el año como cualquier otro, igual que hacen muchos, que lo sé. Empieza un año nuevo y es la ocasión, tras comerse la última uva y ayudar a tragarla con un buen cava, irrumpe en nuestra cabeza la sensación de pensar en lo que hemos hecho este año que pasa y lo que esperamos del que viene. Los manidos propósitos. Esos buenos deseos, que casi nunca se cumplen. Esos sueños que tras las campanadas y la euforia del champán pretendemos convertir en promesas firmes, que luego  tienen que pelear duramente contra nuestra voluntad y a veces nuestro bolsillo. No suelen sobrevivir más de un mes, quizá un trimestre. De una larga lista, como si un grupo de valientes espermatozoides que lucha por alzanzar su objetivo, con suerte logra fecundar uno.

Dicen que los propósitos son asombrosamente parecidos entre miles y miles de personas. Perder peso, aprender un idioma, reducir gastos, son algunos de los más conocidos. Yo también tengo propósitos. Suelo hacer una lista. Y al inicio del año, repaso la lista del anterior. Si lo he cumplido, lo tacho. No suelen ser muchas veces que ocurre. Lo normal es que sí tache el año que encabeza la lista y escriba al lado el año que empieza. 

Y lo peor es que ya no me queda sitio para tachar más años y escribir otro al lado. Esta vez, y tomando yo también mis medidas extraordinarias, he tirado esta lista vieja, he abierto mi nueva e inmaculada agenda (una moleskine, soy un poco maniático con esto) y en el apartado de notas, he escrito la nueva lista de 2012. Más corta, dejando los propósitos que estos años atrás he arrastrado sin tachar. Ese es realmente mi primer propósito en este año. Ser realista.

El segundo es acabar lo que he empezado. Y por tanto, cerrar este viaje fotográfico, aún pendiente,  por la maravillosa Asturias. He seleccionado, de tantas que quedan, tres. La primera que veis es de Luarca, precioso pueblo, hogar de infancia de mi amigo Pepe García Perez, "cutangus", creador de extraordinarias criaturas mecánicas. Luarca en sus afueras posee un centro espacial, no bromeo, bastante sencillo pero que ofrece un planetario y maquetas de cohetes.




La segunda  imagen es en Ribadesella. Si la ampliais podreís ver donde muere el río Sella que en el verano acoge a los piragüistas que parten de Arriondas hasta allí.


Donde desemboca el río acaba nuestro viaje también. Queda dar la vuelta y emprender el viaje hasta el apartamento en Soto de Luiña, antes de hacer las maletas y volver a Madrid. Pero antes, un breve paseo por las calles de Ribadesella, al ocaso. El sol se oculta, y todo se oscurece. Nos queda la tranquilidad de que, sin duda, volverá de nuevo a salir sobre el horizonte y  acabar con estos momentos de oscuridad que ensombrecen nuestro ánimo para iluminarlo. Un abrazo a todos y Feliz año 2012.

Comentarios

  1. Esto de 2012 y los Mayas me recuerda un dicho de mi tía-abuela, que en paz descanse: "algunos se asustan de las sombras y se agarran a los bultos". Por lo que a mí respecta, es lo mismo que suponer que, porque Imprentas Peláez no ha impreso calendarios para el año que viene, no va a haber un 2013 después del 12; con todos lo desafíos que tiene la Humanidad por delante, nos preocupamos de una profecía de los Mayas que nunca existió. ¡Bonitas fotos!
    Feliz Año, Alfonso.

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