HISTORIAS DE VIAJEROS: ALEJANDRO MALASPINA

Noviembre es el mes de difuntos, mes horrible para mí, que he logrado remediar gracias al certamen del NanoWrimo (http://www.nanowrimo.org/. ) Recomiendo  a todos los que tienen cierta inquietud por la escritura que se apunten al NanoWrimo, a escribir un mes sin pensar en nada más que eso. Escribir sobre mundos imaginados para olvidar la amargura del que vivimos. No os lo perdáis. A pesar de ello, en esta edición no voy a participar, pues aún estoy empleado mi tiempo libre en pulir y reescribir la novela que terminé con éxito en la edición del año 2010. Me acabé tomando en serio ese trabajo de más de cincuenta mil palabras, que llegarán en esta nueva edición a doblarse, aunque mi propósito es otro distinto, no la cantidad, es más allá de alcanzar el difícil logro de escribir una novela. Se trata de mejorarla en lo posible de mis capacidades y hacerla más asequible para los que deseen leerla. Prometo, y desde aquí me hago un firme compromiso, de terminarla a finales de año, darle forma y mostrarla a los posibles lectores.

Y mientras me empeño en mi NanoWrimo particular, prolongado en mi caso hasta Nochevieja, trato de pasarme por esta página y así remediar la escasez de contenidos. Esta vez voy a tratar de contar algo, que no es nada personal ni tampoco una opinión.

Esta vez me apetece escribir sobre grandes viajeros. Reseñé el año pasado al llamado “Spanish Robinson” por la sociedad hispánica de los E.E.U.U., Pedro Serrano, el náufrago que sobrevivió ocho años en un islote sin agua potable. Ahora toca la historia de otro marino. Esta vez se encuadra dentro de otro grupo. Hablo de gente de nuestro país, como Alvaro de Mendaña, Blas de Lezo, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Jorge Juan o Alcalá Galiano. Esta vez de quien me interesa hablar no era español, pero vivió y sirvió como tal, y que a pesar de haber dado tanto a España, recibió de ésta, como tantos otros un pago injusto y desagradecido, y a pesar de ello no dejó de sentirse orgulloso. Un gran ejemplo a todos los españoles, a los que lo somos y a los que tanto les molesta serlo. Me refiero a Alessandro-Alejandro Malaspina.

El motivo va tras el último libro que he leído. No es novela negra, tampoco histórica. Ni siquiera es ficción. Llevo una temporada dejándome seducir por las historias reales. Aunque parezca un contrasentido viniendo de alguien que pretende escribir una novela, me apetece la “no-ficción”. Puede que sea, nada más una reacción ante tanta narrativa tan bien documentada y camuflada de realidad, y decida empaparme con algo que sea auténticamente de verdad.


Es éste: Es un libro algo antiguo, y como no lo ha escrito un sueco, dudo que lo encontréis en las librerías, aunque puede que haya suerte: "La aventua de Malaspina" del historiador Emilio Soler Pascual, ediciones "B".  Y trata, como reza el título,  del gran viaje alrededor del mundo que comandó Alejandro Malaspina.

Malaspina fue un marino italiano nacido en el Ducado de Parma en la segunda mitad del siglo XVIII. Vivió en Sicila, al amparo de su tío, el virrey de la isla. Estudió posteriormente en Roma, donde allí conoció a españoles con los que entablaría gran amistad. Caballero de la Orden de Malta, ingresó posteriormente en la Marina Española, donde intervino en numerosas operaciones navales, entre las que se cuentan tres viajes a las islas Filipinas.

De espíritu inquieto y librepensador, le costó un asunto con la Inquisición, que finalmente eludió. Ferviente admirador de Cook, quiso emular su gesta. Habiendo ganado un merecido prestigio en la Armada, Malaspina propuso una expedición científica con el fin de conocer mejor las posesiones españolas en ultramar.

Malaspina, gracias al apoyo de poderosos amigos, logró su sueño y así la “Atrevida” y la “Descubierta” partieron finalmente de Cádiz el 30 de julio de 1789, dieciséis días después de la toma de la Bastilla. Entre su tripulación contaban con dibujantes, botánicos y otros científicos.

La expedición pretendía un minucioso plan de estudios astronómicos, botánicos y geográficos. Llegó a Montevideo, cruzó el cabo de hornos, y bordeó la costa del Pacífico, alcanzando la posesión española más al norte: Nootka, en la mal llamada isla de Vancouver. Viró al sur, hacia las Filipinas, hasta alcanzar Australia y Nueva Zelanda. Siempre guiándose con la experiencia de su admirado Cook, Malaspina llevó a cabo el viaje a pesar de las enfermedades, los intentos de motín, problemas con nativos en principio amistosos y hasta un asesinato a bordo que no fue resuelto.

Finalmente, encontrándose en Perú, habiendo acumulado numerosos dibujos, muestras y anotaciones científcas, Malaspina recibió una noticia que le inquietó más que el escorbuto a bordo: España y Francia se encontraban en guerra.

Malaspina no quería pensar en la posibilidad de ser apresados por navíos enemigos y todo su trabajo acabar como botín de guerra. Así que cambió sus planes y emprendió el largo viaje de vuelta a España. Cruzó de nuevo el cabo de Hornos, recaló en Las Malvinas y desde Montevideo se unió a barcos de guerra formando un convoy seguro de camino a España. El regreso no tuvo más incidentes y tras cinco años, la expedición regresó a España.

Malaspina es un héroe. Logra alcanzar el grado de brigadier de la Armada. Sin embargo, se encuentra con algo más que la situación bélica entre España y la Francia Revolucionaria: Manuel Godoy.

Según una cita de un coetáneo, Malaspina fue un gran marino pero un mal político. Malo porque deseaba mejorar su país, ese que no era el suyo pero que tanto amaba. Quería mejorarlo, en oposición a los que habían ocupado el poder. Convencido de que era la única solución, participó en una conspiración para derrocar a Godoy, en la que fue traicionado. Aquello le costó todo lo que él era. Perdió su empleo en la Armada y fue condenado a diez años de prisión. Lejos de lamentarse en su presidio, decidió emplear su tiempo escribiendo. Finalmente, y tras presiones internacionales, entre ellas la de Napoleón, Malaspina fue liberado habiendo cumplido seis años de su condena, abandonando España para siempre.

Fue recibido en Italia en olor de multitudes. Recibió incluso la oferta de dirigir el ministerio de la guerra de la República de Etruria, cargo que rechazó aduciendo una promesa contraída al rey de España de no ocupar cargo público alguno.

Finalmente, Alejandro Malaspina, “Español en Italia, Italiano en España” acabó sus días en su tierra natal esperando el perdón de Carlos IV, que nunca llegó. El tiempo, que a la larga pone en su lugar a todos acabó concediéndoselo: El año pasado, se llevó a cabo la "Expedición de circunavegación Malaspina 2010 (http://www.expedicionmalaspina.es/) proyecto interdisciplinar del Ministerio de Ciencia e Innovación y la Armada Española,  en la que abordo del Buque Hespérides se realizaron estudios con el fin de evaluar el cambio climático. No es poco. Al menos, llamará la atención a quienes no saben el porqué de este nombre para una expedición. Para los aludidos, Ya saben. Busquen el libro y léanlo.

Y hablando le libros, hay algo que finalmente me ha hecho reflexionar. En todos mis años académicos leí y memoricé muchas cosas, pero nunca este nombre ni el de tantos grandes hombres que se merecen más de una línea en los libros de texto. Me pregunto por qué hay una calle para AC-DC, para John Lennon pero no para Alejandro Malaspina. Esto sí que me indigna.

Comentarios

  1. Bueno, ahora que estoy de vuelta, he leído tu artículo y me ha gustado mucho. Reconozco que yo, aunque conocía el nombre de Malaspina y sabía algo de su expedición, nunca he ido más allá. Es interesante y procuraré buscar el libro. Sí, tienes razón, España paga mal a quienes tratan de mejorarla; personalmente, y siempre en la medida de mis pobres fuerzas, he desistido de ello. Pero da gusto vivir en la calle de eisidisi y tal. Lo que me parece una injusticia, es que todavía no haya una calle dedicada a Belén Esteban (o igual ya hay una) ni a los concursantes del Gran Hermano, que tanto han contribuido a nuestro bienestar y desarrollo.

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  2. Gracias. Creo que al final, el libro sigue a la venta. procuraré buscar mas historias como ésta. saludos y Bienvenido

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  3. Gracias Alfonso. Sí, espero que sigas publicando cosas como esta y como otras. Sólo siento el retraso.

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