SEPTIEMBRE

No es que se acabe el verano, pero sí lo que éste implica: Las vacaciones, el viajar, la playa o la piscina para unos, la montaña o el simple relajo para otros. Se acabó despertarse tarde, hacer lo que a uno más le apetece y estar con quien más desea. Es el fin de meterse en el agua hasta la barriga o jugar a las palas, el montar en bici y tomarse después una cervecita en el chiringuito. De hacer comidas ligeras en la terraza y, cómo no, del cine al aire libre.

Hay quienes han optado por afrontar el regreso a la triste aunque afortunada rutina del trabajo desde el último lunes de agosto, Otros, no se han resistido a despreciar ni un solo día y han arrancado justo ayer. Han afrontado septiembre de la mejor forma que quieren o pueden. Yo he inaugurado el primer día rellenando la agenda de citas y de tareas pendientes que dejé en este mes de agosto. No he sufrido ningún síndrome postvacacional, ni sueño atrasado. Simplemente porque no he vuelto de vacaciones.

Y es que ya llevo en casa todo este mes de agosto. Disfruté de casi todas mis vacaciones el mes de julio, que ya queda muy lejos. Agosto en este sentido ha sido un mes evitable desde hace años. No hay quien me discuta que agosto es el mejor mes para estar en Madrid. Si uno resiste bien el calor, que por cierto no ha sido mucho esta vez, puede permitirse el placer de disfrutar de esta ciudad tan difícil e inhumana y que durante treinta días, se vuelve más habitable. Uno se puede sentar en el metro, encontrar aparcamiento con cierta facilidad, pasear por la calle sin grandes aglomeraciones. Tardes tranquilas, poco tráfico. Ver museos sin esperar colas, incluso ir al cine como si fuera suyo. Una ciudad para aprovechar.

Recuerdo hace años, cuando agosto era el mes de vacaciones con mayúsculas. Entonces Madrid se convertía en una capital de provincia, con todo lo bueno que ello conlleva. Podría llegar a ser incluso aburrida, pero toda la paz y el sosiego que buscaban los que huían de ella lo encontrábamos los que nos quedábamos. Ahora es menos, aunque aún conserva esa tranquilidad. Me gusta Madrid, como rezaba la canción del Barcelonés Augusto Algueró, y sobre todo en agosto.

Como todos los años, los que han vuelto han descansado sus ideas y las han convertido en propósitos. Gimnasios, dietas, apuntarse a un curso. Sin lugar a dudas, el clásico en esta época es aprender inglés. Septiembre es el agosto de las academias de idiomas. Luego llegará año nuevo y el propósito será continuar lo que han dejado poco antes, o hacer otra cosa de más provecho, quizá, apuntarse en un futuro, en el próximo septiembre.

Mi propósito personal es claro: dejar de preocuparme por quienes no me aprecian y escuchar a los que sí les importo. Doy la bienvenida a éstos últimos, si alguno de ellos suelen seguir esta página. Les agradezco que lo hagan. Si les gusta lo que escribo, me alegro, y si además les llega de algún modo, pues mucho más.

Comentarios

  1. Pues sí. Hay que sentir amor a nuestros semejantes. Lo realmente difícil es distinguirlos. Es cierto que agosto es el mejor mes para quedarse en Madrid, aunque mi propósito es abandonar esta ciudad lo antes posible y no volver ni en agosto.
    Besitos a la enana.

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  2. Hasta que ocurra eso, espero que disfrutes y guardes todo lo bueno que Tiene Madrid, que con el tiempo es lo que se recuerda.

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