AERONÁUTICOS ANÓNIMOS

"Me llamo Alfonso y soy Aeronáutico. Empecé hace más de veinte años, muy pronto. Sólo tenía dieciocho.   Mis amigos y familiares me advirtieron, pero no hice caso, era demasiado joven para darme cuenta de las consecuencias. Atraído por otros como yo, me dejé seducir por ese falso sueño del empleo seguro y un trabajo apasionante y continué con mi locura. Estuve enganchado casi cinco años. Hablaban de unos pocos que estuvieron solo tres, pero no llegué a conocer a ninguno. Algunos se metían algo más fuerte y estaban hasta siete, ocho y hasta nueve años.

Cuando logré dejarlo, finalmente me vi con veintitrés años,  aún sin ser consciente de lo que había hecho. Empecé a ver las cosas con claridad. Fue algo después, tras viajar un  poco  y ver el mundo real, cuando me encontré dí cuenta de la situación a la que me enfrentaba. 

Me encontraba sin trabajo, sin pareja, abandonado por un sistema en el que creímos ciegamente y nos había estafado. Supe al fin que sumido en una vorágine de información de cifras y de datos  había experimentado una existencia al margen de la realidad, creyendo además que emplear horas y horas de estudio, de largos exámenes, serían  recompensados. El tiempo que otros empleaban en conocer a otros amigos, a encontar una chica, yo lo pasaba en casa estudiando, seguro de que al fin, lograría mis propósitos. Yo pensaba eso ciegamente, que tanto esfuerzo tendrían sus frutos, pero no es cierto.  No hay premio al trabajo ni las buenas intenciones, solo lo hay para la audacia, para la picardía y el saber estar.

Fui consciente de que había malgastado demasiado tiempo en hacer algo completamente inútil. Pronto llegó la desesperanza, el no saber qué hacer. Estuve así meses, muchos. Hasta que sucedió algo. Encontré otros como yo, que reconocía cuando me inicié en esto. Les reconocí de cuando estaba enganchado.  En aquella época no les había hablado, ni ellos tampoco, pero poco a poco empecé a conocerlos y a sentirme aliviado con su compañía. 

Me hablaron de gente que estaba bien, que habían encontrado ayuda de otros y lograron salir adelante. Al fin, me contaron lo del grupo. Solían reunirse en un café del centro. Allí contaban sus experiencias, eso les servía para sentirse mejor. invitaban a otros, como yo. Tardé en decidirme, pero al fin lo hice. La gente hablaba y el resto escuchaba su historia, y luego otros. A mí me reconfortaba escucharles, saber que al menos no era un pobre loco y un ingenuo engañado por los falsos sueños. 

Poco más tarde, llegó mi momento. logré salir del atolladero y hacerme al fin en una persona provechosa. Fue duro, me costó trabajo salir del agujero, pero al fin lo logré.

Dejé de ir hace tiempo a las reuniones de Aeronáuticos Anónimos. Ya estoy recuperado.  Sé que no tiene cura,  Sin embargo, después de todo este tiempo he aprendido a dominar mi adicción.  Solo cabe la experiencia de uno para enseñar al resto.  Por eso, desde aquí, hago público mi alegato: Si conoces a algún joven que tenga la estúpida idea de estudiar ingeniería aeronáutica, te ruego que le prevengas de las consecuecias, antes de que sea demasiado tarde. Si eres tú mismo, olvida por completo esta locura de adolescente y dedícate a algo más provechoso.  Hazte abogado, economista, dedícate si no al mundo del espectáculo o mejor, al deporte".

Comentarios

  1. ¡Pues no quiero ni pensar cómo debe de ser la escuela ahora!

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  2. Según me han contado, un gineceo. Como diría otro bloguero, no somos ná.

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  3. Sí, los tiempos cambian que es una barbaridá. De todos modos, yo me refería a la calidad de la enseñanza y al buen ambiente que debe de reinar en la casa. Lo que tengo muy claro, es que nosotros no contamos para nadie. Lo mejor es pasar página y seguir adelante, porque nadie nos va a llorar.

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  4. De hecho, añadiría, y descontando las honrosas excepciones de algunos excelentes profesores a cuyas clases he tenido el privilegio de asistir (sobre todo en Matemticas), la universidad es una porquería: una auténtica fábrica de catetos titulados. Y no esta o aquella facultad, sino la institución misma. Lo de Aeronáuticos es una anomalía que merece un capítulo aparte. Pero, claro, esto sólo es una opinión…

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