HISTORIAS CURIOSAS


Hace no mucho escuché de un gran novelista que la escritura, a pesar de no suponer ni un medio de vida ni de encontrar la fama, hace a uno mejor persona. Al principio no supe entenderle, pero ahora, y tras unos cuantas decenas de miles de palabras escritas,  me he empezado a dar cuenta de lo cierto de su consejo.  Escribir supone un beneficio personal,  porque le hace a uno feliz al crear mundos y personajes y hacerlos vivir en forma de páginas mecanografiadas. Pero sobre todo,  la escritura es, una experiencia enriquecedora.

Toda experiencia trae, además, varias enseñanzas.  En mi caso, reconozco que me ha mostrado mi ignorancia. Uno piensa que sabe cuando recuerda determinada fecha o el nombre de un personaje histórico,  pero realmente no se trata más de que de información y no de conocimiento. Pero a la hora de escribir sobre determinado tema, siempre que no sean las memorias o la crónica del barrio donde creció,  es cuando las carencias se hacen patentes.  No he tenido más remedio que reconocerlo en todos los casos en que me he implicado en la escritura de un relato o de una novela.  Sin embargo, esta fase que llaman “de documentación” en España y “research” en  los países anglosajones,  no es un tiempo perdido, puesto que lo que se consigue precisamente es aprender, y como siempre que uno hace esto, y si le gusta saciar su curiosidad, supondrá una actividad muy atractiva, tanto casi como la propia escritura.  

Y haciendo esto ahora que estoy con la revisión de la novela me he topado con muchas historias curiosas.  Pero hay una que me ha llamado especialmente la atención, y es el episodio conocido como “El desastre de la invencible inglesa”.

Esto me lleva a unos doce años atrás, en el que escuché la opinión del patrón del barco donde pasaba unas breves vacaciones. El marino en cuestión reconocía que le gustaba la lectura de temas navales, y que había leído de un autor  que se sorprendía de la torpeza naval española frente a los hábiles marinos ingleses.  El patrón del barco explicaba esto porque la estrategia naval se dirigía desde Madrid,  y como era evidente que los madrileños no sabíamos nada de navegar, dirigíamos la marina española con torpeza, frente a los hábiles ingleses que aprendieron sus tácticas en el Támesis.

Quizá la torpeza, en mi opinión, es precisamente dar crédito a esas palabras.  Reconozco que hubo un tiempo en que me tragué semejante falacia, pero así demuestro algo más que me ha aportado la experiencia literaria.  Ignoro si el capitán ha leído más desde entonces.  Yo sí lo he hecho.  Durante la revisión de mi novela, mientras me dedicaba a leer todo lo que pudiese sobre la marina española y sus acciones contra ataques enemigos,  me he encontrado con personajes como Blas de Lezo o María de Pita. Ambos son protagonistas de dos acontecimientos históricos, en los que la lustrosa marina inglesa quedó bastante humillada. Son dos derrotas del mismo calado, si no más, que la que sufrió la Armada invencible,  Spanish Armada para los ingleses, y que éstos tan frecuentemente han mostrado en su literatura y en el cine.  Me he hartado de contemplar a la reina virgen a caballo, incluso disfrazada de Juana de Arco, frente a la costa e increpando al ignominioso invasor católico.  Esto sí lo he visto. No he visto ninguna película acerca del Almirante vasco que defendió Cartagena de Indias. Tampoco una miniserie sobre el fracasado ataque comandado por Drake a La Coruña, tanto o más ruinoso como el de la Armada invencible que por esta razón fue llamado de este modo, “La invencible inglesa”. Este episodio del ataque a la Coruña sí lo recuerdo en una escena de “Elizabeth R”, aunque no lo muestra precisamente como una derrota. Los ingleses son grandes maestros en convertir sus fracasos en éxitos. Los Españoles lo somos en ignorar los nuestros,  como mi patrón del barco que tanto leía.  

Me gustaría verle de nuevo y replicar su afirmación, no defendiendo mi orgullo como Madrileño, sino para sacarle de su error, blandiendo este par de historias, y si cabe también la derrota de Nelson en las canarias, en cuya acción perdió un brazo.  Quisiera proporcionar a este marino suficiente bibliografía para que completara la suya y así se quitase el sombrero frente a sus paisanos que con tan buen oficio naval se comportaron.  Solo hay que profundizar un poco para hacer estos descubrimientos. Me gustaría hacerle partícipe de mi experiencia. Documentarse aunque no sea para escribir, sino para salir de la ignorancia que nos lleva a tantas confusiones.

Comentarios

  1. Interesante. Bueno, lo de la Armada Invencible fue un episodio desafortunado, que los ingleses han explotado durante siglos. No suelen ser buenos vencedores: te restriegan sus victorias por los morros (aunque no sea por méritos propios, como es el caso) durante siglos y siglo). Pero, en aquella época, España reinaba en los mares. El siglo XIX es otra cosa totalmente distinta: ellos estaban llegando a su máximo esplendor y nosotros éramos una vieja gloria con más orgullo que capacidad.

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  2. Pero por desgracia muy pocos tienen esa percepción. En la cultura audiovisual reinan los súbditos de su majestad. Y los que no tienen más, o no quieren avazar más, Se tragan todo lo que les dicen. Hasta el director de "La edad de oro" comparó a Felipe II con Bin Laden en una rueda de prensa, y lo dijo en España.

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