ABRIL LITERARIO


Regreso de las vacaciones y también a este sitio. Últimamente no me prodigo en exceso, de hecho no mucho en los contenidos. Y es que a pesar de que opino que la calidad debe prevalecer frente a la cantidad, me culpo públicamente de escribir demasiado poco.  Ignoro si es causa la responsabilidad de escribir algo con cierto interés y calidad  para los que me leen, y que me obliga a cortar más de la cuenta, o simplemente consecuencia  de esta etapa que acabo de atravesar y que he llegado a definir como depresión-cabreo.  En este último apartado, prefiero  omitir cualquier explicación al respecto.  Así que paso a otros temas.

La semana santa se ha colado en la última quincena de abril “en última llamada”, tal que a los Sevillanos les ha obligado a celebrar la feria en Mayo.  En la ciudad del Guadalquivir llevan una mala racha.  La lluvia irrumpe en el peor momento y los pasos no salen. Debe ser bastante frustración. Tanto tiempo preparándose y arruinado por una lluvia inoportuna. No es la primera vez que ocurre.  Por mucho que pongan el jueves Santo lo más tarde posible, ya casi pegando con Mayo, no se puede evitar la lluvia. Ya me parece que esta lluvia se va a acabar convirtiendo en una tradición, como los toros de San Isidro o la feria del libro.

Yo aproveché el mal tiempo en estas vacaciones para la lectura. Terminé el famoso libro de Stefan Zweig “Momentos estelares de la humanidad”, que tantas ganas tenía de hincarle el diente. Al final mis expectativas han sido de empate. Unos capítulos son sublimes, y otros un tanto fuera de lugar.  Demasiadas miniaturas dedicadas a escritores y creadores, pienso. Para mí es más “estelar” la creación del Alfabeto Braille que la composición de una elegía en Alemán, pero no me corresponde enmendar al genial Zweig.  No obstante, y a colación de esto, se me ocurrió proponer cual sería el momento estelar elegido por los lectores del blog.  Para el que se anime.

Tuve tiempo para comenzar otro libro.  Más historia, pero esta vez la de la Grecia antigua y clásica. Es un libro escrito por el profesor y novelista Javier Negrete, titulado “La gran aventura de los Griegos”. Ya había leído algo suyo, y su estilo y tono  me gustaron mucho. El de este ensayo no es el que se espera de un volumen denso acerca de la historia de Grecia.  Al principio choca un poco, acostumbrado como estoy a Mary Renault o a Robert Graves.  Pero me ha convencido la manera que tiene de mostrarnos la historia de la civilización Griega, la nuestra. Aún no lo he terminado, pero me adelanto a recomendarlo.

El sábado pasado se celebró el 23 de abril. Si alguno de los que se pasen por este blog es catalán, le pido disculpas, pero es que yo no lo soy. Para mí se conmemora el día del libro. La conmemoración de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, que aunque la fecha de si fallecimiento fue un 23 de abril de 1616 en realidad murieron en días distintos. Cosas de usar diferentes calendarios. En todo caso siempre se me antoja una curiosa coincidencia y a la sazón un buen motivo para recordar a dos grandes que tanto bien hicieron por la cultura.  Aparte de que uno puede comprar con descuento en las librerías, y que se puede visitar la Biblioteca  Nacional sin carnet de investigador, esta fecha es detonante de otras actividades literarias. La primera ya la he mencionado, y uno la puede disfrutar en el paseo de coches del Retiro,  provisto de calzado cómodo y un paraguas.  

Hace tiempo que no leo prensa escrita.  Ahora me remito a la red. Es más cómodo. No me muevo mucho. Entro en la web de elmundo y leo impresionado la tragedia del profesor español en Princeton.  Debe ser terrible lo que ha debido pasar para llegar al suicidio.  Ahora sus alumnos reclaman la verdad al claustro académico, que da la impresión de que calla demasiado. Desde aquí dedicamos estas líneas al malogrado profesor. Descanse en paz y que la verdad, si no la justicia, acabe saliendo a la luz.

No hay muchas noticias que, como ésta última, les dedique mucho más que ojear los titulares.  Puede que sea cierto hastío por el circo mediático, falta de credulidad adquirida por el paso de los años o, más bien, desinterés por los deportes.   Así que tras un vuelo raso por la página, me conecto a dos o tres blogs de mi interés. Leo el de Paco Escribano, escritor amateur activo y comprometido donde los haya. Leo el de Carlos Olalla. Al final me va a obligar a comprarme un traductor italiano-spagnolo. Por último, el de Lorenzo Silva, que tras su alegato republicano, muy discutible pero también muy respetable, y sobre el documental “Copiad, Malditos”, en el que aparece brevemente entrevistado, hace una reflexión acerca de lo superficiales que somos, y de la necesidad de profundizar más, utilizando como medio la metáfora del mádelman espeleólogo. 

Me había animado a insertar un comentario en su post, pero he preferido hacerlo aquí:  

“Todos somos un tanto superficiales.  Todos juzgamos fundamentalmente por el “exterior”, sin ahondar. Quizás sea porque no tenemos otra solución. Y es que hay demasiadas cuevas. No hay tiempo material para bajarlas todas.  Se nos plantea el dilema de elegir, y la opción que todos tomamos es pasar de largo. Como yo mismo hago con las noticias.  No ahondo más que en ciertos casos, y no lo suficiente. Lo que sí es cierto es que nos animamos a salir al ruedo y entrar al trapo.  En relación a esto, quise comentar algo acerca de la nostalgia por el 14 de abril.  Pero el mádelman espeleólogo me ha echado atrás.  No me considero lo bastante documentado. No he ahondado lo suficiente sobre el período histórico que fue la república. Así que me quedo con mi opinión.”

Para terminar este “tutifrutti”, quiero mencionar algo más.  Es otro de los acontecimientos que vienen a raíz del día del libro. No hace mucho que se organiza, pero sí es otra buena forma de celebrar lo bueno que nos dan nuestros mejores amigos, los libros. Es la noche del 27 de abril.  Por razones paterno-laborales, me abstendré de participar, pero para los que tengan oportunidad, les dejo el enlace  http://www.madrid.org/lanochedeloslibros/

Que disfrutéis lo que queda de este abril literario.

Comentarios

  1. Bueno, llego con un poco de retraso, pero no he podido dejar mi 'breve' comentario antes... Lo que dices de la fase de depresión-cabreo es normal. Te anticipo que son cinco; lo sé porque yo estoy en la última: aceptación (dicho vulgarmente, ¡que le den por culo!). Si me apuras, es la más triste, pero también la más relajada. En fin, es como romper la barrera del sonido con la cabeza.
    Una pequeña apreciación. Las Semana Santa no se celebra en fechas fijas, pero tampoco se eligen al azar ni se deciden por conveniencia (bueno, seguramente todo esto ya lo sabes), sino que tienen que ver con la fase lunar y el equinoccio. Precisamente esto llevó a un retraso sistemático en la celebración de esta fiesta que hizo necesaria la reforma del calendario. Y ahí viene la otra curiosidad que mencionas: como los protestantes se distanciaron de Roma, no podían (o no querían) usar el nuevo calendario, impulsado por el papa (un Gregorio no sé qué, de ahí el nombre de calendario gregoriano), por lo que siguieron usando el juliano (de Julio César) durante un tiempo. Esto significaba que hubo un desfase de 15 o 20 días (no lo recuerdo bien) entre Inglaterra y el occidente católico, a cuento del uso de estos dos calendarios, porque el nuevo suprimió esos días; y, lo verdaderamente curioso, es que ambos escritores, aun muriendo en días diferentes, lo hicieran con una diferencia de días tal que compensaba el desfase entre ambos calendarios, de modo que ¡murieron en días distintos, pero en fechas iguales!

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  2. Si. Parece que me aproximo a eso, aunque aún me quedan algo de ganas para el pataleo.

    Lo de la semana Santa era una ironía, como si se pretendiera evitar la lluvia. Es ya una tradición, lo mismo que la lluvia en los toros de San Isidro o la Feria del libro. No se libran, me temo.

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