¡LO LOGRÉ!

Si, Lo hice. Conseguí escribir una novela corta de al menos 50000 palabras  entre el 1 y el 30 de noviembre. En mi caso fueron más de 60000, veintidós capítulos y doscientas páginas. Gané la competición NanoWriMo. 

 Quienes quieran saciar su curiosidad acerca de qué se trata semejante cosa de nombre tan raro pueden acceder al enlace de este blog, donde figura "National Novel Writting Month", o lo que es lo mismo, el mes de escritura de una novela. En esta competición el premio no existe. Quiero decir que no hay dinero, ni publicación de la obra, ni notas de prensa.  Tampoco existe nigún jurado al que uno pueda hacerse amigo o esperar que sus amigos formen parte de él. No es un concurso. Ni siquiera es una competición. Es un reto con uno mismo. Uno sólo se lleva la honrilla personal de llevar a cabo un objetivo personal  que no era fácil. También un diploma que la organización te concede y unas etiquetas como la que muestro arriba y que a uno le llamen "novelista".  Novelista.  Me gusta cómo suena.  Aunque sé que algunos me tilden de pedante o pretencioso me permito al menos esa licencia por un tiempo.  Me hace ilusión y recobrar viejos sueños.  Escuchar eso sirve para subirle a uno la moral, que con las dificultades de la vida cotidiana de un superviviente de la sociedad moderna cuesta mantener.  Parece algo pueril, pero le llena a uno de ánimo y de ilusión para continuar con este sueño tonto de escribir historias que se me ocurren, algo que me he empeñado en acometer algo tarde. 

Este año ha sido para mí de grandes cambios. El primero me sucedió en junio, y más que un premio es un regalo. Algo muy grande e incomparable con lo que ahora cuento.  Un hermoso regalo que me ha traído la vida. ver todos los días la sonrisa de mi hija es lo más maravilloso que puedo imaginar.  Ser padre me ha cambiado por completo.  Tanto que me ha rejuvenecido y me  ha hecho recobrar ilusiones pasadas.

Por eso me decidí a llevar a cabo este sueño. Debo explicar que no es el primer intento. Tengo mi ordenador repleto de proyectos que se han quedado en el camino por la inexperiencia, la falta de documentación o también de fé en  ellos. Aunque ahora, que ya he cruzado esta línea, veo todas aquellas explicaciones como meras excusas. Estaba bloqueado porque miraba quizás demasiado arriba,  tanto que me mareaba demasiado, sin darme cuenta de que para culminar una cima siempre hay que empezar a caminar desde el suelo. Y lo más importante, saber que la primera senda no será la mejor trazada,  solo importa  caminar y emprender el viaje. 

Decidí envolver el resultado con una portada. La imprimí antes de empezar, dicen que eso es algo que anima en los momentos bajos de la escritura. Parece algo tonto, pero funciona. Viendo un título debajo de tu nombre o de tu seudónimo hace creer que es posible. Aquí está, la portada del libro, mi primera novela:

En esta novela dejo parte de mí mismo. Si algún día decido mostrarla, espero que quienes la lean sepan apreciarla y sean benévolos con ella. Yo mismo no lo seré, cuando decida releerla, blandiendo un rotulador y un bloc de notas.  Pero eso es otra historia.

 Me despido dando las gracias a todos los que han compartido mi alegría.  Paco, Miguel, Francisco Paloma e Isabel.  También a los que no menciono pero me han animado y sobre todo a los que siempre creyeron en mí, se encuentren o no entre nosotros.