EL PUENTE DE LA CONSTITUCIÓN

Tras la resaca del NanoWriMo ahora me enfrento a la pregunta sobre lo que debo hacer.  Hay quienes dejan la novela tal cual, lo guardan en el cajón, que en estos tiempos es una carpeta del ordenador. Hay quienes siguen con la historia y la terminan, porque alcanzaron las cincuenta mil palabras pero se quedaron en la mitad de la historia. Otros animados por el éxito pero con ganas de no mirar atrás piensan en otro proyecto.  Mi intención era hacer como bien me dijo Juan Madrid; escribir de un tirón y luego pararse a revisar y corregir.  El poco tiempo de que dispongo me la ha impedido. El caso es que mi cabeza no para,  y  a muy pesar de los que me llamen pedante ya empiezo a contemplar la realidad como un escritor: Veo los acontecimientos cotidianos como nudos de trama y las peripecias diarias como conflictos. La vida de cada uno es una novela. Lo importante es de qué género se trata.

Así, este NanoNovelista que escribe ha pasado estos días de reposo literario contemplando el mundo y  lo que ha acontecido en este puente. Y como cuando no escribo mi cabeza trabaja en nuevas historias, los lamentables sucesos del viernes y del sábado me han dado pie a un nueva novela, que ya dije no sabía si era de ciencia-ficción o de miedo. He decidido al final escribir unas breves notas en mi Moleskine con el siguiente título: Una novela "orweliana".

Luego caí de nuevo en la tentación y me metí en las redes y en los blogs.  hubo debate mediático en facebook y en blogs, en los que  entré al trapo como abogado del diablo, alucinando por las majaderías que había leído, y de gente que tenía en gran estima.  He vuelto a caer en esa pérdida de tiempo que es tratar de convencer al inconvencible por lo soberbio que es, que piensa que el arruinar las vacaciones de muchos españoles justifica un estado de alarma y la intervención militar. Mal precedente.

Me olvido de estos asuntos y el miércoles siguiente mis chicas y yo nos fuimos a ver la exposición de Alejandro Magno. Tras mis neuras habituales de que no llegamos y que habrá mucha cola, llega la calma. Aparecimos en el momento justo de iniciar la proyección 3D. Entramos con la pequeña Carmencita que siendo un bebé de seis meses da ejemplo  a muchos adultos de como debe uno portarse en un cine. Vio la proyección maravillada, con esos ojos inocentes que se asombran por todo lo que les es nuevo. Yo me pasé media proyección viendo las reconstrucciones por ordenador de la cuidad de Alejandría y la otra media viendo como un bobo a mi hija. Luego entramos en la exposición y me admiro con la huella aún latente que dejó en el mundo mi personaje histórico Favorito: Alejandro Magno, llamado sikandar o iskandar en oriente y adorado por muchos tras su temprana muerte como un dios. En la exposición contemplamos un mapa de las conquistas de Alejandro Magno en el HinduKush, y leo el nombre de una población y al lado su nombre actual: Herat. Eso me da pie a darle a la cabeza otra vez e imaginar una novela donde un arqueólogo español está atrapado en medio de esta guerra extraña que se libra en estos mismos lugares, y donde el ejército español interviene y tiene que hacerlo más de lo debido para rescatar a un compatriota demasiado entrometido.

Llega el jueves por la mañana y yo soy uno de los privilegiados que prolonga el puente hasta el sábado, por la festividad de la Patrona de la aviación, diez de diciembre. Como en Semana Santa. Me tiento a volver a las redes sociales y a los blogs y leo los comentarios que responden a los que yo dejé y me convenzo de que es imposible razonar con los arrogantes y los soberbios que se reiteran en su sinrazón. Dudo en dejar más comentarios o dejarlo estar y emplear mi escaso tiempo libre en algo más provechoso.  Ganó la segunda opción. Abro el correo y leo el mensaje de mi buen amigo Carlos. Ha leído el primer capítulo de la novela, que dejé en este blog en una página anexa llamada "nanohistorias". Me advierte que no me va  a gustar lo que ha escrito sobre mi capítulo, pero está equivocado. No soy tan arrogante como para no ver que soy alguien que se equivoca. Me equivoco y mucho. Lo que si me importa es hacerlo como dijo Samuel Beckett: cada vez mejor.

Y en eso estoy. Ahora escribo esto Gracias al NanoWrimo he perdido el miedo a la escritura. Escribo ya sin pudor de qué poner, y ya escribo por mero placer de hacerlo, que es mucho. Tengo un mes por delante y otro año con muchos proyectos.  Uno de ellos, será  dar nueva forma a la novela. 


Comentarios

  1. En todo caso, recuerda que la última palabra es tuya. Las críticas se escuchan, pero al final debes decidir tú. Eso sí, yo te digo por qué creo que no está bien lo que creo que no lo está. Espero que te sirva; a partir de aquí, estás solo.

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