OTRA REFLEXIÓN

Esta nueva entrada iba a ser un comentario acerca del último libro que he leído, el cual podeis ver en la parte superior derecha de este blog. Sin embargo, un triste suceso me ha hecho cambiar de parecer.

Llevo toda la mañana reflexionando sobre tal cosa, dudando si malgastar más tiempo o bien emplear este espacio para poder expresarme, con mis obvias limitaciones.


Al final ha ganado la segunda opción. Pues ahí va.

Uno presupone que la gente de letras, y en general todos los que poseen cierta inquietud cultural, está dotada de cierta educación, aparte de modos. También es que aún soy un ingenuo y espero demasiado de los que admiro y, sin embargo, no conozco más que a través de sus obras.  O simplemente es que no entiendo un humor, algo rudo, pero bienintencionado, debido a mi educación postnacionalcatólica; en la que los insultos estaban desterrados del diccionario.

No sé. Me viene a la mente aquel suceso en que un admirador de Fernando Fernán Gómez se dirige hacia él para firmarle un ejemplar de su libro, hecho que termina en algo que todos conocemos de sobra.

Es algo peligroso conocer a un escritor y llevarse el chasco que tuvo este amable lector. Luego su obra, brillante, produce cierto sarpullido, pues sin quererlo recuerdas a la persona real, en lugar del de la foto y de las presentaciones y entrevistas.

Los escritores son unos tipos curiosos. Sus logros son realmente admirables. Escribir una novela, y sobre todo una que sea buena es una labor digna de elogio, por eso muchos de ellos caen en la triste tentación de volverse unos arrogantes y creerse en el derecho de lanzar a los que le siguen algún comentario curioso, por decir algo.

Insisto, debe ser por mi educación algo anticuada,  pero me cuesta asimilar que alguien con cierta formación cultural, y más siendo profesor, se anime a llamarte "Cabrón".

Cabrón. Si. Fue como respuesta de una broma  que hice sobre ZP, "el mejor cuentista de este país".  ¿Cabrón yo, o Zp?  respondí. No obtuve una respuesta clara. Por eso me acojo al derecho de no serlo yo también.

Es que me está bien empleado, como al lector de Fernán Gómez al que éste mando "ala mieeeerdaaa".  Supongo que al final, tiró su libro. Yo no puedo hacerlo, es lo que tienen las nuevas tecnologías. Tampoco la novela se lo merece, dicho sea de paso. Iba a hacer una crítica del libro, pero es que los malos modos me han hecho que se me quiten las ganas.

Bien. Pues ya me he desahogado.

Comentarios

  1. Me parece que eres un poquito suave, niño. La de veces que ma han llamado a mi "cabrón" y cosas peores. Es lo que tiene esto de decir lo que uno le sale de ahí, majo.

    Y mi opinión particular, a ese payaso le tenías que haber mandado tú más lejos.

    Anda y no llores más.

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  2. El exabrupto era completamente innecesario, de eso no hay duda, y el tío es un capullo; no obstante, permite que te haga una pequeña acotación con la mejor de mis intenciones: que esto te sirva para recordar algo que a menudo olvidamos: no hay que hablar de política ni de religión con desconocidos o te expones a ofender sin pretenderlo. Por eso los ingleses sólo hablan (o hablaban) del tiempo en los ascensores.

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  3. Tienes toda la razón. Me arriesgué suponiendo que alguien que escribe tiene ciertos modos.

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  4. Alfonso, un poco tarde, pero aquí va mi comentario.
    Eso y cosas peores tienes que oír prácticamente todos los días de boca de personas “educadas”. Pero sí que es verdad que no hay que dejarse comer terreno, si te llaman cabron , pues él cabron y medio.
    En esta vida no puedes dejare avasallar por esas cosas. Un beso

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