DIARIO DE UN PADRE NOVATO

Dicen que la paternidad hace que todo cambie. La vida de uno mismo, sus sueños, sus prioridades personales, pasan a un segundo plano y hasta son abandonadas.  Uno, antes de que ocurra, llega a pensar por eso que le costará hacerlo, pero cuando la expectativa deja paso a la experiencia se da cuenta de que no es así. Uno acaba pensando que en realidad eso importaba muy poco o nada.  Uno escucha que dejará de dormir, que llegará al trabajo malhumorado, que ya no podrá salir tan a menudo como antes. Algunos vaticinan que la vida cambia pero lo cuentan como si ya no les perteneciera.  Ahora que yo estoy en esa situación, pienso si éstos llegaron a este punto por un mero accidente o por la inconsciencia. También es posible que sea un afortunado. Lo afirmo porque  mi sensación es de una tremenda felicidad.

Todo gira desde ahora en torno a un pequeño ser que ha venido al mundo. Pequeño ser, tan grande que lo ocupa todo.  Que llena nuestra casa de alegría y de esperanza.  Nos ha llenado a Piluka y a mí. La miramos su carita de angel al dormir, la paz que esto irradia y la magia que produce en todos, amigos, familiares, felices. Eso es lo que importa.

Mi hija Carmen, cosita linda, nació hace ya dos semanas. Mientras  yo daba vueltas, al igual que los padres de antaño pero sin fumar, en una  estrecha sala contigua a la de parto, se me ocurrió dejar escrita esta experiencia. Cuando ya sea mayor, espero que Carmencita lo lea y sepa cómo fueron sus primeros días en este mundo, asolado por el cambio climático y la crisis económica.  Mi responsabilidad es ahora enseñarla a vivir en él, que sepa entenderlo auque sea ilógico, que sepa defenderse de él cuando le ataque, y que a salvo de todas la injusticia, del mal y de las desgracias, aprenda a ser feliz.

"DIARIO DE UN PADRE NOVATO"

Lunes, 14 de junio de 2010:  Nueve y cuarenta minutos de la mañana. Como se trata de una cesárea, no puedo entrar en el quirófano. Estoy solo, esperando,  en una sala pequeña, cerca del paritorio, pensando cómo será mi hija, que las ecografías están muy bien pero que yo quiero verla de una vez. Que si la madré está bien, que si también ella.  Salgo y me asomo hacia la puerta del quirófano. Todavía nada.

Una hora antes, Piluka y yo esperabamos pacientemente en la habitación. Habíamos ingresado en el hospital el domingo por la noche.  Esperábamos, según la doctora, que la intervención fuera a la una de la tarde. Aún nos quedaba toda la mañana. no sabíamos qué hacer, así que empezamos a jugar a las cartas. Y entonces, llegaron los celadores a ala habitación. guardamos las cartas que hemos distribuído sobre la cama. Nos bajan.  Entramos en una salita pequeña. Monitor, como desde hace cuatro semanas. La médico me pregunta si tengo el papel firmado para la matrona, que sin ese papel no me entregan el certificado, el "papel amarillo" para el registro. Subo de nuevo a toda prisa. cuando bajo de nuevo con el papel, ya se han llevado a Piluka. Así que espero, espero y me desespero. eran las nueve y media de la mañana. 

Al fin, tras tres incursiones a la puerta con ventanucos redondos sin resultado, vuelvo a mi reclusión de la salita y escucho un llanto. Son las diez y veinte. El llanto fuerte, sonoro, continuado, que llega desde el quirófano y atraviesa la sala de preparación, el pasillo y la salita donde estoy yo. Me late el corazón a toda velocidad. Carmen ya está aquí. Todos venimos al mundo llorando. Será porque intuímos lo que nos espera, o porque reconocemos que en el vientre materno no se está como en ningún lugar. Seguro, protegido, querido. A partir de ese momento, toca sobrevivir.  Luego si estará bien Piluka. Pero luego el llanto desaparece y vuelve el silencio y con el las preguntas. Y cuando estoy en medio de todos estos pensamientos, aparece una mujer sonriente, feliz. lleva en brazos un bebé, con la ropa que hemos entregado. Me da al bebé y me dice que coja a mi hija. De repente, todas las sensaciones terribles, las preguntas, los nueve meses de incertidumbre, se resuelven en un ser maravilloso, cuya visión anula por completo todo lo demás. Ese momento, grabado a fuego para siempre, de Carmencita recién nacida. niña preciosa, que cura todos los males.

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