CRUZAR LA PUERTA


Ahí estoy. A punto de pasar por la puerta de Alcalá, por primera vez en mi vida. Todas las veces que he pasado de largo, que la he visto desde la ventanilla de un coche, que la he fotografiado, nunca pensé que fuera acercarme tanto. Parece algo curioso, pero es verdad. Uno la contempla desde lejos, pero no como lo que realmente era, la vía de paso a la ciudad. Ahora me encuentro al pie del arco principal de la puerta, que permite ver la Cibeles y el inicio de la Gran Vía. Desde este punto voy a repetir lo que tantas veces he hecho. La fotografío de nuevo, pero desde otra perspectiva, la misma que deberían tener los primeros madrileños que, hace más de dos siglos, solían cruzarla.

Ahora yo voy a hacer lo mismo. Al fin la cruzo, y mientras lo hago me parece como si no fuera la misma de otras veces y aunque a alguien le resulte algo simple o, si cabe, pueril, me ha resultado una experiencia gratificante. Me he convertido en un visitante en mi propia ciudad, soy un turista más. Admiro la Puerta de Alcalá como si la hubiera visto por primera vez.

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