VÉNDEME TU VIDA

A rey muerto, rey puesto. Donde Carmina ocupó en su día los espacios horarios y la máxima atención ahora asoma la madre coraje de nuestros tiempos. Con el rostro marcado por su enfermedad, víctima de su propia ira, la Belén relata sus desamores y matrimonios rotos por las ondas. Más que relatar, vocea, segura como muchos de que cuanto más fuerte se hable más razón se tiene. Mujer de barrio, de familia humilde, se ha ganado el corazón de millones de telespectadoras que se identifican con ella y le apoyan en su lucha por abrirse camino en un mundo propiedad del glamour y de los ricos. A cambio de eso, como si de un pacto del doctor Fausto se tratara, debe renunciar a su intimidad y a la de su hija. Todas saben los capítulos de su tortuosa biografía. Su vida y la de su hija, los problemas con la esposa del padre de su hija y con la madre del padre de su hija a cambio de un buen sueldo y contratos de publicidad. Gritos, amenazas, querellas. El público la anima como si fuera una leona en la arena del circo. La animará hasta que la muerdan la yugular y ya no pueda dar espectáculo.

Es en esas ocasiones cuando me sugiere un espectáculo muy popular en México. Es el de los luchadores. Se dan golpes terribles, se machacan en el ring; pero todo esto al final no es más que una representación. Es una farsa consentida, pues lo importante es el espectáculo. Algo parecido pasa con el telecotilleo. Los golpes se reemplazan por insultos y acusaciones, por denuncias y visitas al juzgado.

Quizá ella relate toda la verdad, pero lo cierto es que ha pactado por dramatizarla y hablar de ella sin ningún pudor. Ha convertido su intimidad y la de su hija en un guión televisivo. Que el tiempo la juzgue y también su hija. Juguete roto, la llaman. Ese es el siguiente papel que le tocará representar. Por un puñado de euros, seguramente.

Comentarios

  1. Si, con decir, "Me marcho de aquí", se resolviera todo... Pero esta enfermedad aqueja a todo el mundo. ¿Habrá alguien ahí fuera, adonde se pueda huir de esta inmundicia? ¡Socorro!

    ResponderEliminar
  2. Si, es como la maldición de los ultracuerpos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario