UN TRIBUTO

El pasado martes 17 de marzo encontré al fin lo que llevaba tanto tiempo buscando. creí que nunca lo lograría, pero un momento de lucidez mental y concentración me permitieron lograr mi propósito. No cupe de gozo cuando por fin, leí el breve reportaje en la pantalla lectora de microfichas. Hasta dí una voz de "Por fin", que provocó una curiosa sonrisa en la bibliotecaria. Leí una y otra vez el artículo e imprimí una copia de la página. que ahora atesoro en casa con celo. Esa tarde escribí un mensaje en mi página personal de Facebook; un mensaje algo críptico, que no es sino un grito de alegría por el hallazgo. Quienes lo leyeron quizás se preguntaron de qué "tesoro" se trataba, y casi todos pensarían que me había hecho rico o que soy un imitador de Quatermain o de Indiana Jones. Nada más lejos de la realidad. Si lo que encontré se trata de un tesoro es nada más que para mí o unos pocos más cercanos. No es algo que me va a hacer rico, sino muy orgulloso. Algo que me da pie a emprender una acción muy ambiciosa y que aún no sé cómo realizar pero que desde luego deseo llevar a buen término.
Hay personas que se destacan del resto por sus cualidades, ya sean intelectuales, artísticas, o políticas. Otros, muy pocos, lo hacen por que dan lo mejor de ellas a sus semejantes. Su bondad indudable. Dar el bien sin esperar nada a cambio. Hace años que me aconsejó actuar de esta manera, y algunos pueden pensar que se trata de una conducta algo ingenua y que provocaría en muchos una sonrisa maliciosa. Pero al final, de lo que se trata es justamente de vencer a éstos últimos. De vencer el mal con el bien.
Aquel artículo que leí en la pantalla dio fe de su labor, del amor y cariño que a todos daba y que, por una vez, quizá la única, supieron elogiar. Tuvo que ser muy lejos de su patria y por eso el periodista escribió un ruego para que desde aquí la animaran a seguir luchando, que su esfuerzo no era vano. Una niña la prometió dedicarle su primer concierto de piano. Otras compañeras de Barcelona la animaron a seguir. Una familia desconocida la felicitó y la envió un mensaje. Vencer con el bien el mal.
Ella lo hizo y aunque sus enemigos aún siguen en pie, cuando estuvo entre nosotros logró destacar frente a ellos. Ahora, estoy seguro, que donde quiera que sea, estará recibiendo su recompensa.
Mi ambicioso tributo será, que todo lo escrito, todo lo hallado, sea el germen de algo más, y que el polvo y las cenizas se conviertan en negro sobre blanco para hacerse imortal. Pasarán así los años y cuando ya no estemos, alguien podrá revivir aquella vida memorable y que sepan que todo aquel esfuerzo, que todo su sacrificio, no fue vano. El bien siempre será el camino.

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