... Y DE MÁS PROPÓSITOS PERSONALES

Hoy es 23 de diciembre y no me ha tocado la lotería. Por eso he ido al trabajo y sigo pensando en mis frustrados planes de futuro. Son demasiado ambiciosos. Vivir en el barrio de mi infancia, antes suburbio obrero, hoy zona residencial VIP de artistas y gente de televisión que ya pertenece al “centro” de la ciudad. Solo toca soñar. Hacerme castillos en el aire y pensar que un día llegará la suerte y volveré a disfrutar de los paseos en el parque de la Fuente del Berro, no tener vecinos conflictivos y gozar por tanto de paz y tranquilidad. Otros sueños me sitúan en un sencillo pero cómodo ático en la misma zona, que puedo divisar desde su amplia terraza. Sueños nada más. Quimeras personales, inalcanzables, que lo son por culpa del dinero.

Otras sin embargo lo son por causa de la falta de tiempo o de la fuerza de voluntad. No son sueños del todo, sino ideas que uno se hace siempre que el año toca a su fin y las campanadas de nochevieja marcan un nuevo ciclo. Una hoja en blanco, dispuesta a ser rellenada y que finalmente acabará escrita con renglones rectos, otros más bien torcidos y en ocasiones emborronados. Al inicio de esa hoja hay siempre una lista de planes personales, muchos de ellos habrán acabado en el olvido y otros habrán dado pie a un entusiasta comienzo que luego habrá sido solo eso, un buen intento frustrado por la apatía, la falta de tiempo o la abrumadora vida cotidiana. Leer más, adelgazar y practicar un deporte, renovar viejas amistades, son algunas de esos propósitos que muchos de nosotros nos habremos hecho más de un año. Yo suelo escribirlos. Hay una página de mi agenda, al principio, en la que bajo el título de “propósitos para este año” figura una ambiciosa lista de cosas por terminar, actividades nuevas por emprender. Este año he tachado menos de la mitad de esas tareas. Aunque ya sabía de la imposibilidad de completarlas, creo que debo hacer una reflexión personal y ser más realista. Tengo poco tiempo y muchas ideas por hacer. Para hacerlas todas necesito no tener que trabajar, y para ello ser rico. Y ya volvemos al primer punto. El dinero. La lotería me ha frustrado doblemente.


Quizá el propósito personal más importante es “averiguar cómo ganar más dinero”. Creo que estaba en la lista de este año pero evidentemente sigue pendiente. Sé hacer muchas cosas pero no son lucrativas. No sé si vendiendo libros encuadernados por mí, pintando figuras de metal o retocando fotos lograré esta meta. Probablemente no. No conseguirá cumplir otro propósito fijado que es “ahorrar a fin de año lo suficiente para devolver préstamos del banco”. Supongo que para cumplir éste debería emprender el de “reducir gastos”. Propósitos encadenados que posiblemente mejoren mi calidad de vida pero no ayuden mucho a los otros más lejanos y elevados.


Hace dos años resurgió la llamada de la literatura. Pasado el mes de enero de 2006 emprendí aquel empeño y me puse a hacer todo lo posible por responder una pregunta personal que a día de hoy ya ha recibido respuesta. En estas fechas ya he conseguido saber que soy capaz de hacerlo, que tengo capacidad para imaginar historias y para crear personajes, que puedo tratar ciertos temas por medio de planteamiento, nudo y desenlace. También sé que por desgracia necesito tiempo para formarme en el oficio de escribir. No lo tengo. Solamente puedo hacer lo que otros en mi lugar hacen. Escribir de noche, robando horas al sueño. La noche es buena para esta labor. Todo está en calma y la inspiración tiene paso libre. Pero no soy capaz. Cuando llega el momento de hacerlo me rindo. Estoy cansado, no sé si físicamente o moralmente. Puede que las dos. Si tuviera tiempo por la mañana. Pero volvemos de nuevo, tengo que ser rico.


Solo me queda una cosa, y es la propia fortaleza personal. La voluntad, que de niño y adolescente que condujo al éxito y que ya he perdido. Sin embargo eso es lo que realmente necesito. Olvidarme de sueños imposibles y hacer lo que debo de una vez por todas. Ya lo tengo claro. Mi propósito personal para este año, el único importante, el que necesito para lograr todos los demás es “recobrar la disciplina”. Así lo pondré en el primer renglón de mi nueva agenda.

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